Vale. Última semana del año.

Vorágine de reuniones familiares. Regalos. Cava. Turrón. Más comidas. Más regalos. Más mensajes de paz y amor. Más ruido.

Y esta vorágine igual no te ha permitido todavía hacer balance. O marcarte objetivos. Ver cómo te va todo. Ver cómo te va la vida. Demasiado ruido.

Igual ni lo haces. O si.

Y es que hay dos tipos de personas. 

Las que les gusta planificar su futuro y las que prefieren ir a lo loco.

Ambas opciones me parecen perfectas si a ti te lo parecen.

Eso sí, yo soy de las primeras. Es más, cada año aprovecho esta época de vacaciones para hacer balance y también definir los objetivos. Siempre. 

Por el tema del balance. Miro atrás. Celebro los logros y aprendo de todo lo errado. 

Por el tema de objetivos, miro qué ha funcionado y qué no, pues no siempre atino con ellos. No.

Te cuento cuando no acierto porqué al igual te sirve… 

Algunas veces los objetivos no van alineados con el impacto y con la huella que quiero dejar. 

Algunas veces los objetivos no van alineados con mi verdadera pasión y motivación.

Algunas veces los objetivos no van alineados con los recursos que dispongo o en el contexto en el que me encuentro.

Y algunas veces porque directamente los objetivos son pajas mentales y no se adecuan a la realidad. 

Lo mismo en lo personal y en lo profesional. 

Fin.

Ahora bien.

Lo que si hago siempre y me ayuda es creerme merecedora y capaz de conseguirlos. Todos ellos.

Y sobretodo (ahora estate muy atento) dejo de lado la expresión no se puede tener todo en esta vida. Lo siento. No la compro, ni por un céntimo. Ni regalada de hecho.

¿Porqué? 

Porque creo que es una excusa perfecta para no hacer cambios en aquello que no fluye. En la vida personal o en la vida profesional. Siento ser tan directa.

Y también porque creo que lo natural es vivir desde el amor, la confianza, la plenitud y la abundancia. Y yo quiero todo de todo. Y en todas las áreas. Llámame caprichosa.

Y es que un sólo pensamiento puede transformar toda tu vida. Uno sólo. Y yo decido este no comprarlo.

Así que…

Estos días seguiré marcándome objetivos y apoyaré la causa de mi cerebro al querer garantizarse la supervivencia. Llámale ambicioso. Lo es. (Y por eso que tanto tu como yo nos marcamos objetivos).

Y sí, exacto, mi cerebro siempre piensa que hay un lugar mejor donde llegar distinto al que me encuentro ahora. Al que nos encontramos. Y aunque lo mantenga en el presente y disfrutando de ello, siempre tiene un pie en ese futuro.

Un futuro con empresas sanas y con gente feliz no tan sólo por navidades sino en el día a día, mientras se desarrollan nuevos proyectos o se desayuna con el jefe. Siempre. 

Y tengo curro. Lo sé. Me queda camino. Lo sé. Y voy a por ello. Te aviso. Tengo planes y me ponen mucho.

De mientras tú, decide si te marcas o no objetivos. Y si quieres hacerlo y no sabes cómo, llámame.

Todavía es martes.

¡Disfrútalo!

Bibi

PD. Igual se te ha quedado algún regalo por hacer. Don’t worry, te paso el enlace para suscribirse a este mail diario para que lo regales tantas veces cómo te apetezca, incluso a la suegra. Hoy estoy que me salgo. Pincha aquí.

PD2. Y por cierto, ya que estamos de celebraciones, un brindis por todo aquello que hemos sabido conservar y eliminar conscientemente de nuestras vidas a lo largo del año. Esto si es de grandes. Enhorabuena.