Empiezo una formación. Uno de los participantes llega tarde. Entra comiendo.

Le digo buen provecho y sigo con el contenido. A lo que me suelta que buen provecho se dice para comer y no para desayunar. Que si tengo que empezar así, él se larga.

Retador. Inquietante. Tensando el ambiente. Y queriéndome hacer saber algo. Fascinante.

Le digo que es libre de irse, que puede firmar la asistencia y hasta le entrego el certificado. No hay problema. Puede hacer lo que le plazca. Cero dramas.

Se sienta. Se calla. Mira a todos sus compañeros dándoles los buenos días con la mirada. Y yo, sigo.

La calma dura poco. Edu viene guerrero. Está encabronado con la empresa. Con el mundo. 

Durante toda la formación no hay tregua. Sus palabras son afiladas cuchillas que arremeten con fuerza y agresividad contra todo. Y contra todos.

Contra sus compañeros. Contra sus jefes directos. Y contra los que él llama los que están con el aire acondicionado, el consejo de administración. Quienes cree culpables de tomar las decisiones que a él le afectan. Y mucho.

Estoy en una empresa industrial del sector de la construcción líder en nuestro país. No te lo había dicho. No es importante salvo saber que ya no es una empresa familiar y detrás hay un grupo inversor. 

Y a Edu y a algunos más les cuesta no ponerse a la defensiva y algo agresivos cuando se refieren a ellos. Hasta su postura corporal cambia.

Hay rabia contenida en el ambiente. Y también hay algo que no tiene en cuenta Edu. 

Que las decisiones que a él tanto le encabronan no las toman los jefes. No. Tampoco el consejo de administración.

Estos tan sólo son una representación de los accionistas. Y lo que quieren los accionistas es rentabilidad. No sé si tu tienes algunas acciones o algún plan de inversión pero estoy seguro que si lo tienes buscas lo mismo. 

Buscas lo mismo que el consejo de administración. Porque ellos saben que si no toman las mejores decisiones, no serán reelegidos por los accionistas y también saltarán. Y también andan preocupados. Claro.

Y lo bueno es que detrás de los accionistas están sujetos como tú y como yo, o quizás fondos de pensión, es decir puede que detrás de todo esto esté tu abuela.

Pero somos así.

Tenemos siempre la necesidad de echar la culpa a alguien de nuestras movidas.

Y si hay un jefe -un mandamás por el medio- tiene muchísimos números. Como si él estuviera allí con un único objetivo: joder a los demás. 

Cuando las cosas no salen como esperamos, especulamos que detrás hay un sujeto malvado sin principios y con malas intenciones. El jefe por ejemplo.

Y al estar siempre dispuestos a culpar a alguien nos impide que seamos capaces de ver más allá.

Nos impide tener una perspectiva más amplia y aprender de la situación. Y dejamos de ver con claridad porque ya tenemos a un culpable.

Y esta quizás sea una manera sesgada de ver el mundo.

Y esta quizás sea una manera simplista de interpretarlo. 

Y esta quizás sea una manera de distraernos e impedir ver la vida y los problemas con más claridad.

La verdad es más compleja y centrar la energía en el lugar adecuado puede ser una buena solución.

No es la fácil. La fácil es poner la atención en un sujeto que consideremos culpable. Y descargar.

Y quizás debamos fijarnos en el sistema. Y para ello hay que utilizar un poco más el cerebro. Y qué poco nos gusta. Por eso del ahorro de energía.

Te dejo el enlace del curso de comunicación donde trabajamos estos temas y algunos más.

CURSO DE COMUNICACIÓN (IGUAL ASÍ TE AHORRAS EL DE GESTIÓN DE CONFLICTOS)

Ah, y por cierto. Voy a anticiparme a los comentarios que me preguntaréis cómo acabó la sesión con Edu. Que ya nos vamos conociendo.

– Bibi, perdona, no tengo nada en tu contra. 

– Lo sé. No pasa nada. A ti hay que quererte un montón.

– ¿Vas a volver pronto?

– Depende de tu abuela.

(Risas).

 

¡Disfruta del día!

Bibi

PD. Hoy con mucho cariño dirigido a todos los jefes, en especial y muy especialmente, a mis clientes que sois pura inspiración. ¡Sigamos con la (r)evolución!

PD2. No va ni de unos ni de otros. Y por esto en esta tribu hay de todo. Incluso autónomos. Os adoro.