Atento.

El otro día estuve en un evento que se celebraba en mi ciudad. Se trataba de la entrega de la medalla cultural a diferentes celebridades locales. 

El evento estaba organizado por el ayuntamiento. Quien entregaba las medallas, el alcalde. ¿Los distinguidos? Celebridades de la ciudad que han aportado o están aportando valor y sentido a la sociedad, en el campo de la cultura. Me encanta.

Y fui porque a una persona a la que quiero muchísimo le entregaban una medalla. Él es Tomás. Él es joyero. Él es joyero erótico. Él es mi vecino.

Sus joyas son… Ah. Qué te voy a contar. Podríamos hablar largo y tendido acerca de sus joyas, pero va a ser que hoy no va a ser. Nos desviaríamos demasiado del temazo que tengo para ti.

Volvamos un momento al evento.

El caso es que antes de cada una de las entregas, el regidor de turno leía una breve biografía de los nominados.

Grandes relatos de vida. Si señor. Además de la puesta en escena en estos eventos, la solemnidad del acto, el discurso que se leía, las palabras elegidas y demás. Hacían que cada uno de los alegatos brillaran de por sí.

Y que sí. Que lo eran. Y que cada uno de los nominados merecía todas y cada una de las palabras. Sus hazañas. Sus acontecimientos. Sus vidas.

Peeeeeeero, ¿sabes qué es lo que pensaba mientras escuchaba a los regidores?

Te lo diré.

Que si el regidor estuviera leyendo tu vida al más puro estilo institucional. También serías merecedor de esa medalla. U otra. Quizás no en el campo de la cultura pero si merecedor de ella.

Eh. Y que para nada les saco el mérito. No, no y no. Son distinciones todas ellas muy merecidas. Con hitos geniales. ¡Enhorabuena a todos!

Pero quiero que te des cuenta de la fuerza que tienen los relatos. Y te lo cuento por dos cosas.

La primera. Para que vayas muy al loro de cómo te cuentas tu historia, tus logros, tu vida. Porque del relato que te escribas tú dependerá lo satisfactoria que sea para ti. Dándote fuerzas para seguir escribiendo más capítulos y hacer que estos sean qué se yo… ¿sublimes?. 

La segunda. Para que vayas de nuevo muy al loro de cómo os contáis la historia en tu equipo y en tu empresa. Pues estaréis provocando unas u otras emociones y por lo tanto unas u otras acciones. Los relatos son una herramienta brutal para veniros arriba, por ejemplo. O hacer las paces. A saber para qué lo querrías utilizar tu.

Y todo ello sólo depende de la manera cómo se narra el relato.

Y todo ello lo puedes hacer de una manera consciente y entrenando al estilo de los mejores autores. Y si. Éste si me parece un ejercicio muy interesante.

Éste y conocer cómo integrar la narración en la vida de las organizaciones. 

Y es que hay algunas prácticas muy sencillas. Por ello, también las vemos en el curso de Bienestar y Gestión Emocional. Para que tú y tu equipo lo pongáis a vuestro favor.

Y es que la vida lo vale y vosotros os lo merecéis.

Por fin es lunes (¿Sabes qué? Éste es el título que tenía mi primer curso cuando lo diseñé hace más de diez años, el otro día me lo recordó un cliente. Igual lo recupero).

Venga, ¡disfrútalo!

Bibi

PD. Recuerda, todos los cursos pueden bonificarse por la Fundae. Ya sabes, te pueden salir gratis.