Hoy te voy a dar un truco para evitar el estrés y que este impacte negativamente en tu productividad. Pero antes déjame que te cuente algo.

Esta semana es una de las pocas semanas del año que las tengo única y exclusivamente destinada a trabajar en los bastidores.

Ya sabes, todas aquellas actividades no visibles pero necesarias. 

Realización de contenidos. Gestión de plataformas. Diseño de nuevos cursos. Mails. Más mails. Formación y otras tareas que no implican estar de manera presencial en la empresa.

Y aunque reconozco que mi hábitat natural es ese espacio donde trabajo con los equipos (literal, cuando genero más energía de manera natural y me siento en un estado de flow), estas semanas también me gustan.

Voy a otro ritmo más relajado.

Sin tanto movimiento físico.

Me refiero a que recorro muy pocos quilómetros durante la jornada de trabajo. Los que van de la cafetera a la mesa de trabajo y viceversa. 

¿Y qué me pasa en estas semanas?

Que tengo la agenda a tope y la cabeza aun más. 

Y caigo una y otra vez en un gran error. En seguida te lo cuento.

Antes déjame decirte algo por si te sirve. A mi me gusta programarme las tareas en bloques de noventa minutos.

Hay quien asegura que esto es demasiado y que nuestro cerebro necesita descansar cada menos tiempo. Pero a mí me funciona.

Lo bueno de los estudios es probarlos, experimentar y atreverse a desafiarlos para conseguir lo que le va mejor a uno mismo.

Al final, la gestión del tiempo y el focus no es una ciencia exacta y cada uno tiene que saber cómo consigue su estado óptimo y de concentración.

Bien. A lo que iba.

Hay un error que cometo una y otra vez. Y es que caigo en la falacia de la planificación.

La falacia/falacio/falacie de la planificación es ese fallo mental que tenemos a la hora de planificar y ejecutar acciones y que nos hace pensar que vamos a tardar menos tiempo de lo previsto en ejecutar cualquier tarea.

Es esa tendencia (y que muchas veces es crónica, y aquí yo levanto la mano también) en subestimar el tiempo que tardamos en realizar una actividad. La que sea.

Si a ti también te pasa, una vez leí una posible solución. No recuerdo qué experto en productividad lo decía. Pero al igual te sirve.  

Proponía que cada vez que planificásemos una tarea le añadiésemos un cincuenta por ciento más.

Sí. Has leído bien. Añádele un cincuenta por ciento más a cada una de las tareas que vayas a hacer. 

Que necesitas una hora para redactar un informe. Resérvate una hora y media.

Que necesitas dos horas para definir un procedimiento. Resérvate tres.

Sólo así te estás asegurando que terminas las tareas. Sin estrés (otro temazo que hemos normalizado). Y así tampoco te vas a frustrar con la sensación que te faltan 24 horas más al día. 

Aunque pensemos que hay que meterle mucha caña al tema (y esto, jefe, va por ti), trabajar de forma más tranquila es bien para la salud. Física. Y mental.

Y es importante cuidarnos. Y lo sabes.

 

¡Disfruta de tu día!

Bibi

 

PD. Este ejercicio te sirve tanto si eres tu quien planifica tu tiempo, como si tienes un equipo y planificas el de los demás. O en casa, en las tareas de casa, también.

PD2. Si leyendo este post te has acordado de alguien sé buena gente y reenvíaselo. Y con más razón si es tu jefe el que lo tiene que leer. Compartir es vivir.