Este fin de semana he estado en el REC de Igualada.

No se si conoces el evento o no. Te ubico. Se trata de un festival de moda, cultura y gastronomía que hacen un par de veces al año. Antiguos locales que se convierten en espacios efímeros y pop-up stores de moda, food trucks y espacios cuidados que invitan a vivir la calle y a comprar.

Si, a comprar.

De esto va el evento. 

Marcas de calidad independientes y grandes marcas ponen a la venta los stocks de otros años, el cual ya se puede rebajar porque en lugar de estar impreso el logo de la marca en amarillo, este año se lleva el verde. Y esto tiene otro precio, claro.

A mi déjame unas horas allí para observar el comportamiento como consumidores y nuestra naturaleza humana y lo disfruto como nadie. Y es que somos la hostia.

Te podría hablar de muchos temas, muchos. Seguro que otro día te hablo de alguno más, porque son todos ellos dignos de reflexión.

Bueno a lo que iba hoy. Quiero mostrarte lo primitivos que somos aunque vayamos con un iPhone en el bolsillo.

Es decir, cómo nuestro cerebro (recuerda que está preparado para la supervivencia y no para la felicidad) actúa la mayor parte de día.

Hoy va de compras. Pero lo podemos aplicar en muchísimas áreas y con muchísimos otros efectos.

Venga, voy.

Entra María en una pop-up store y ve una vestido que le gusta. Lo lleva una dependienta a quien le queda ideal. Y lo lleva porque ella sabe que María se va a fijar y es el que le interesa vender. Efecto arrastre. 

María mira el precio y ve que vale 45€. Ok. Hasta aquí bien, el vestido de hecho ya le gusta porque lleva el logo de su marca favorita. Tiene más valor que cualquier otro vestido. Efecto halo.

Se le acerca la vendedora y le dice que sólo queda esa unidad porque han volado todas las otras. El vestido vuelve a ganar valor. Efecto prueba social.

Entonces, por ahí pasa otra vendedora que le dice a María que el vestido marcado en 45€ antes valía 220€. De nuevo incrementa el valor. Efecto contraste.

¿Que le pasa a María?

Que de todo ello no es consciente de nada, su cerebro va por libre y en lugar de pensarlo, automáticamente su cerebro piensa que está ganando dinero. Es como si se lo estuvieran ingresando en la cuenta esa diferencia.

Y es más.

En unos segundos llega a otro nivel donde piensa que si no lo compra, estará perdiendo dinero. Además que puede que no vuelva a ver nunca más ese vestido. Efecto aversión a la pérdida.

¿Y qué hace? Compra para asegurárselo. Efecto recompensa immediata.

Y cuando ya tiene el vestido. Dopamina a raudales.

Y espera, espera. Esto no es todo. Porque cuando salga de la tienda se va a ir en busca de unos complementos y unos zapatos que merezcan ese nuevo vestido. Efecto diderot.

Y luego, cuando llegue a casa, ya lo justificará. Y aunque no es más que un deseo, porque una necesidad básica no lo es, buscará todas las razones de las que justificar lo que ya la ha liado su cerebro primitivo.

Incluso es posible que lo justifique también pensando que lo ha comprado en una marca de moda sostenible, haciendo así un favor al planeta. Ya. 

Y hoy hablo de compras por lo vivido el fin de semana pero como esta situación, muchísimas a lo largo del día.

¿Y porqué te lo cuento? Para que te des cuenta de cómo funciona tu cerebro y cómo vamos todo el día con el piloto automático.

¿Y porqué te lo cuento también? Para que veas la importancia de conocer cómo funciona tu cerebro y mejorar así la calidad de tus decisiones.

¿Y porqué te lo cuento también también? Para recordarte que pongo a tu disposición y a la de tu equipo el curso de Cómo funciona tu cerebro. Sonde vemos todos estos efectos y muchos más.

Para mi, uno de los más necesarios para crear vidas más ricas, conscientes y plenas. Si también en la empresa.

¿Cómo? ¿Que tu estás por encima de todos estos efectos? ¿Y que controlas tu cerebro? Ya. Y ahora estás diciendo que esto a ti no te pasa. Lo sé también. Efecto punto ciego.

Hoy es lunes. Gózalo.

Bibi

PD. Acuérdate que todos los días valen por igual. Si.