Hoy nos vamos a Australia. Ópera de Sidney. Barreras de coral. Canguros. Atlassian. 

¿Atlassian? Si, no se ha colado. Es una empresa de software australiana que se dedica a acelerar la innovación empresarial. Trello es suyo, quizás te suene. 

La NASA, VISA y Audi entre algunos de sus clientes. Nada mal. Juegan también en Bolsa.

Y además tienen una práctica que me parece simplemente genial.

Fíjate.

Cada tres meses, su gente friki, es decir, sus programadores tienen 24 horas para poder trabajar en lo que quieran.

Lo has leído bien. 24 horas. Trabajar en lo que quieran.

Es decir con quien quieran, con lo que quieran, donde quieran. Nadie les dice qué hacer. Y tampoco nadie les molesta. 

Pueden ir con un compañero que ni tan siquiera nunca han hablado o ir a un departamento que les genere curiosidad.

Eso si, al finalizar las 24 horas hay una reunión de programadores donde presentan con el resto de los colegas los resultados de lo trabajado.

Una reunión informal. Con algún refresco, café, alguna que otra cervecita y cupcakes. Ya te he dicho, algo informal.

¿Y sabes qué sucede durante aquellas 24 horas? Te lo cuento.

Un tsunami de ideas para nuevos productos.

Un tsunami de ajustes y soluciones para el software existente.

Un tsunami de propósitos que de otra manera no hubieran salido.

Motivación en estado puro.

Y eso si es un espacio para la creatividad. Para que fluyan las ideas. Para disfrutar con la innovación. Un espacio para que suceda todo esto que de otra manera no ocurriría.

Y me saco el sombrero ante tal buena inversión. Una jornada de innovación. ¿Y sabes qué más? De disfrute, de libertad y de autonomía.

Y miro hacia aquí. Y miro hacia nuestras empresas. Y no lo entiendo. En serio.

Nos veo tan cuadriculados. Tan estandarizados. Tan programados para lo que debe ser… Ahora bien, queriendo innovación. Y queriendo motivación.

Y esto no es posible.

No.

Dejemos ya los cursos de motivación. Y hagamos acciones que motiven de verdad.

Dejemos de enseñar zanahorias para incentivar. Y demos un día de autonomía. De libertad.

Y es que para motivar no hace falta ir a golpe de talonario. Esto si sale caro. Y no tiene los mismos efectos. Tampoco.

Sólo escribir el mail y permitirme las sensaciones de esas 24 horas me emociona. Y en tu empresa, ¿crees que puede haber espacio para ello? ¿qué podría suceder si se implantara una jornada así?

Ya… Quizás no tengáis tiempo. No para lo importante. 

Ya casi es viernes.

¡Disfrútalo!

Bibi

PD. Si ves que te falta energía o fuerza para convencer a tu jefe de algunas de estas prácticas. Dile que me llame, ¡ya hablo yo con él!