Humanismo radical en las empresas, sí. Siempre.
Que las empresas tienen que ser como una familia, no. Esto no.
O a caso
¿Le dirías a tu madre que la cambias de puesto porque no hace bien sus tareas?
¿Despedirías a tus hijos porque no son productivos y contratarías a otros hijos?
¿Sentarías a tu hermano para decirle que le vas a dar el feedback de la cena de ayer?
No lo creo.
¡Y si lo haces no dejes de mandarme un mail contándomelo! Quiero hablar un rato contigo.
Y es que el vínculo emocional es diferente, en la empresa que en la familia.
Y menos mal.
En la empresa existe un contrato, y los trabajadores reciben dinero a cambio de aportar su talento.
Y la primera cláusula debería ser el ser el mejor de los profesionales. ¡El mejor!
O al menos intentarlo.
Y es que si queremos tener mejores resultados en la empresa, tenemos que tener el mejor de los talentos.
Gente comprometida y aportando valor. Gente que sume.
¿Te imaginas a tu equipo de fútbol con jugadores que pasaran de todo y fueran con desgana?
Jugadores que además, ni marcaran goles, ni hicieran asistencias, ni paradas. En fin, que no dieran palo al agua.
O jugadores que estuvieran todo el día quejándose, creando mal ambiente, no colaborando con los otros jugadores y además le diera igual el resultado.
¿Defenderías que los mantuvieran en tu equipo porque sí?
¿O estarías pidiendo que se les sustituyera para poder fichar a los mejores?
Y ganar así cada partido, y la liga, y lo que sea.
Pues eso.
Y es que un equipo de fútbol, al igual que una empresa, tampoco es una familia.
Y el éxito de cualquier empresa está en tener y retener el mejor de los talentos, personas que realmente aporten valor, y que multipliquen los resultados.
Y el reto de los profesionales radica en querer ser ese futbolista que otro equipo de fútbol quisiera tener.
¿O no?
Yo soy de las que pienso que hay que darlo todo.
A medias tintas no funciona nada. Nada.
Y ahora, a salir al campo, que te están esperando tus compañeros, tu afición y tus sponsors.
Bibi