Desconozco tu situación familiar. Al orden me refiero. Pero imagínate algo.

Naces y eres el tercer hijo. Ni el primero ni el segundo. El tercero.

Alguien ya está ocupando un puesto de liderazgo. Encabeza la familia. Padre. Madre. Ambos. Ambas. A saber.

Tienes tu opinión pero no puedes cambiarlos. Como tampoco puedes cambiar al resto de los miembros. Ya sabes, los hermanos.

Todos están allí cuando tú llegas ocupando el tercer lugar de los hijos. Y el quinto de la familia.

No puedes ir muy de flipado porque puede que haya hermanos a los que no les haya hecho nada de gracia tu llegada. Recuerda, eres el nuevo.

La novedad no siempre gusta cuando representa una amenaza. Además eres el centro de atención de los vecinos. Un juguetito nuevo que los hermanos no han pedido a los reyes.

Olvídate deshacerte de ellos. Esto no es una opción. Son tus hermanos mayores. Ya están allí. 

Los padres pueden tener incluso algún hijo favorito. Aunque socialmente no sea muy correcto. Siempre lo hay. Y lo sabemos. Y el tercero no lo es.

Y es que cuando llegas tercero ni el empeño que ponen en ti es el mismo.

Tienes que saber que a tu hermano mayor le esterilizaban los biberones, le llevaban a clases de inglés para bebés y usaban detergente hipoalergénico.

Ya. A ti no. Y es que tú eres el tercero. Y no es lo mismo.

Vale. Pues ser el tercer hijo puede ser algo parecido a entrar en un equipo de trabajo.

Donde por cojones tienes que encajar. O no. Pero con lo inflexibles que somos a la hora de cambiar de trabajo, creo que encajar es una buena idea.

Aquí somos más de calzador que de comprarnos zapatos nuevos.

Pues bien, existe una cadena de alimentación orgánica. No es en este país. Quizás sea en unos estados que hay unidos en América del Norte. Que… ¿sabes qué hacen a la hora de contratar a un nuevo miembro?

No lo entrevista un director de RRHH. No. Tampoco el CEO. No. Tampoco el jefe que va a estar al mando del equipo. No.

Este miembro es elegido por todos los trabajadores de su equipo -autogestionado-. Una vez decidido el candidato, éste está durante un mes conociendo el puesto de trabajo y conectando con el equipo.

Trabajando, demostrando sus destrezas, viendo qué puede aportar y cultivando las relaciones con sus nuevos colegas. 

Y si pasado este mes hay feeling entre la empresa y el candidato, se queda. Y esto lo deciden ambas partes en un encuentro para ello. Es pactado. Sin juicios.

Sólo con la voluntad que ambas partes elijan libremente la relación y sepan que van a sumar y a crecer juntos.

Y me parece ideal. De hecho, Tony Ashley, CEO de Zappos, en su día también hizo algo similar.

Y ahora estarás pensando que a veces soy una idealista ingenua y que aquí no se trabaja así. Lo sé. Aquí no se trabaja así hasta que alguien decida hacer las cosas diferentes.

Quizás seas tú.

Quizás sea tu jefe.

Quizás sea el CEO  de tu empresa.

Y quizás hoy sea un buen día para ello.

Por cierto, estoy desarrollando un proyecto para una empresa cliente para empezar a trabajar con equipos autogestionados y estrategia ROWE (medimos el trabajo por resultados). Y esto me pone. Me pone mucho.

Y es una empresa de aquí, familiar, de toda la vida. Te lo digo por si tu eres también de los que me dicen… todo esto está muy bien Bibi pero en mi empresa no funciona. Ya. 

Quizás sea cuestión de probarlo.

¡Madre mía. Que rápido se pasa el finde! 

Hoy es lunes. Y tu cuerpo lo sabe.

¡Disfrútalo!

Bibi

PD. ¡Gracias siempre por leerme! Tú haces que todo esto tenga sentido.