Siete de la tarde. Un día cualquiera. Bueno, es martes pero qué más da, no es una información relevante para lo que te quiero contar.

Vivo en una calle céntrica. Muy céntrica. Y con un supermercado justo en la cera de enfrente. Puerta con puerta. 

Soy clienta habitual de este supermercado. Si. De hecho es raro es el día que no entro.

Pues me es muy fácil tener algún capricho en mente que en la estantería del super está pero no en la despensa de mi casa.

Aun así, no es el supermercado donde hago la compra gorda.

Ya sabes, la compra molona. Aquella que vas pasillo por pasillo arrasando a lo loco.

No sé si tu tienes supermercado de caprichos y supermercado de compra gorda. Yo si. Y a este último habitualmente acudo en coche.

Volvamos al día cualquiera. Al martes.

Mi cerebro me da una instrucción clara. Hoy harás la compra gorda al supermercado de enfrente

A saber. No le pongo mucha resistencia y allá que voy.

Entro y les digo hola y les doy también las buenas tardes. Es nuestro ritual de bienvenida.

También sé cómo será la despedida. ¿Tarjeta Cliente? No. ¿Bolsa?. No. ¿Un número de la Cesta?. No. ¿Pago con tarjeta?. Si.

Siempre es igual. Lo tienen súper interiorizado. Y aunque mis respuestas siempre son las mismas y me conocen, forma parte de nuestro ritual de despedida.

Ahora atento.

Ya te he dicho que el martes cualquiera decido hacer la compra gorda.

Por lo que una de las cajeras me dice. ¡Hoy vas muy cargada! Y le comento que sí, y que he tomado la decisión de hacer la compra gorda más a menudo allí porque me es muy cómodo.

Y entonces sucede lo siguiente.

El cerebro de la cajera le da órdenes de que suelte lo siguiente.

Fíjate yo aquí sólo compro los artículos equis. Porque los de limpieza están mejor a tal sitio. Los frescos más bien de precio en tal otro. Los que llevan algún ingrediente que empiece por pe me voy al barrio. Y los…

Y no sé como sigue porque mis neuronas están flipando. Me he quedado ojiplática. Ya sabes palabra formada de ojos como platos. Literal.

Me siento como con quien está barriendo su jardín y te echa con la escoba a la calle.

Me quedo pensando que a esta chica no se si le paga la nómina su empresa o la OCU.

Y lo que me preocupa también.

Que si a la hora de ligar lo hace así, menudo follón.

No, ves con la de al lado que es más guapa. O con aquella que besa mejor. Y la de enfrente ¡que decir! es súper inteligente.

Estoy por invitarla a un curso de los de persuasión. Así a lo loco.

Y decirle que le servirá para vender más. Para conectar también. Para la vida. Para el trabajo. Y si el día de mañana se queda sin trabajo. Para la siguiente entrevista. 

Y es que la vida es venta.

La vida es venta.

La vida es venta.

E igual todavía no se ha dado cuenta.

Hoy es miércoles. Y hay miércoles muy extraños.

¡Disfrútalo!

Bibi

PD. Espero que no te esté pasando a ti. Que tengas a tu gente comprometida, sabiendo seducir y queriendo mejores resultados. Si no es así, llámame. Hablaremos de seducción y de (r)evolución.

PD2. Vivir es compartir. Reenvía este mensaje a todo aquél que se quiera unir a la (r)evolución e igual todavía no lo sabe. Mil gracias. Te adoro.