Esto es lo que sucede una y otra vez y es lo que hace perder clientes a las empresas.

No sé si vendes lencería femenina, viajes para veganos o televisores en el outlet de electrodomésticos que han puesto unas calles más allá de tu casa.

Lo que si sé es que seguro que vendes. Ideas, servicios o productos. Al fin, siempre vendes.

Y también sé, es que si estás aquí leyendo esto cada mañana es porque te interesa mejorar los resultados de tu empresa.

O has decidido estar bien en el trabajo. Y ya que vas a pasar unas 80.000 horas, hacer que éstas te llenen. Brutal.

O quizás, no te interesa ni una ni la otra, pero oye, te gusta leer lo que escribo mientras te tomas el café. También me parece bien.

Pero vuelvo al tema de hoy, siempre vendemos y no estamos para ir perdiendo clientes. 

Mira lo que me pasó el otro día.

Necesito dos placas para unas copas que damos en una entrega de premios. Y son urgentes porque las necesito para esa misma mañana. Hasta aquí todo bien. 

Me acerco a una cadena internacional de estas que hacen copias de llaves, y también grabación de placas. Llaves y placas. Aunque sólo necesito unas placas.

Te calco la conversación.

Buenos días (y con una sonrisa, si ya me conoces sabrás que siempre la llevo por delante), necesito dos placas como éstas y me han dicho que las hacéis al momento.

Lo siento, al momento no. 

Vaya, y ¿para cuándo las puedo tener?

En veinte minutos. 

Bien hombre, ya pienso que no aparecen de la nada. Esto sólo lo pienso.

Ok, necesito dos placas como estas para estas dos copas.

No tengo de este tamaño.

No te preocupes, dame dos que se adapten a estas dos copas.

No tengo de este material.

Vaya, ¿pero me puedes dar una alternativa?

Sí.

Respiro. Sigo siendo amable aunque su actitud no me lo está poniendo nada fácil. Y es que necesito urgente las dos placas. Si no, es posible que decida irme de inmediato y no mantener una relación con alguien que ni tan siquiera me da los buenos días.

Pero es que esta tipografía tampoco la tengo.

Haz lo que puedas, chico. En serio. Haz lo que puedas.

Me espero allí, ¿y sabes qué sucede? Que en diez minutos tengo mis copas grabadas y mis necesidades cubiertas. Pago, sonrío de nuevo, me despido amablemente y me voy.

¡Qué diferente hubiera sido todo si el chico hubiese querido!.

Pero es que el chico no quiere que sea diferente, o no sabe hacer que sea diferente, o no le da la importancia merecida a que sea diferente.

Él sigue allí con su cara de pocos amigos. Tan tranquilo. ¡No! Tan tranquilo no, incluso parece satisfecho de haber logrado ser tan borde. Es de estos que lo llevan con orgullo. Al menos, cuando no está el jefe delante. Importante, al menos cuando no está el jefe delante.

¿Y sabes qué?

Me voy con las ganas de decirle que o lo pone todo más fácil o no voy a volver.

Me voy con las ganas de decirle que si quiere ser borde en su vida, está bien, pero no con los clientes.

Me voy con las ganas de recordarle que hay otros lugares que también lo hacen. Otros lugares llamados competencia.

Me voy con las ganas de que sepa que con esta actitud, puede que mañana su empresa deje de tener clientes.

Me voy con las ganas de recordarle que negocios y relaciones van de la mano. Si, negocios y relaciones.

Me voy con las ganas.

Me voy con las ganas.

Me voy con las ganas.

¡Me voy con las ganas decirle tantas cosas! Pero se me han quitado. Lo que si sé es que allí no voy a volver.

Quizás el chico sólo tiene un mal día. Quizás es sólo (¡o todo!) una cuestión de actitud o compromiso. Quizás sólo es un enfado mal gestionado. Quizás es que sólo no quiere conectar conmigo.

¡Qué sé yo! Lo que si sé es que, una, se están perdiendo a diario clientes aunque no parezca importar el tema.

Dos, que no están los días para seguir perdiendo clientes.

Y tres, es que todo ello se puede resolver. Así que si tú no quieres perder clientes, llámame y miramos cómo resolverlo.

Aunque seguro que tu empresa esto no pasa. No. En la tuya no.  

Ya.

 

Bibi