Mira que me dijo alguien el otro día en el momento ronda final de una sesión. Uno de mis momentos favoritos. Siempre.

Es un momento de recogida de aprendizaje y toma de conciencia de lo que ha sucedido durante la formación.

Cada uno de los participantes comparte lo que quiere. Una palabra. Un sentimiento. Una emoción. Un clic. Un compromiso. A saber. 

Y digo a saber porque pueden pasar cosas muy locas. Pero es un gran momento y siempre muuuuy divertido. Me flipa.

A lo que iba.

Supongo que si sigues leyendo es porque querrás saber qué me dijeron en esta ronda final.

Pues eso. Va uno y me suelta. Bibi, vaya pelazo que tienes.

Mis neuronas empiezan a procesar. Vaya pelazo que tienes. Vaya pelazo que tienes. Vaya pelazo que tienes. Rollo dolby surround en mi cabeza. 

Vayapordiós. Reacciono. Me asombro y muy sorprendida y agradecida le doy las gracias. 

Le doy las gracias de corazón y le digo que he estado esperando toda la vida este momento.

Y ahora pensarás. Venga va, Bibi, no me seas peliculera. No es para tanto. Qué me estás contando… ¿En serio, toda una vida esperando este momento?

Vale. Atento.

No sé si me conoces físicamente o no. Pero tengo el pelo rizado.

Y si me conoces me habrás visto con el pelo liso o con un recogido cómodo y fácil. Pero dudo que me hayas visto con el pelo suelto y rizado.

(Sólo si eres de los que te has dado de alta en el mail el último mes porque has estado conmigo en alguna formación muy reciente).

Siempre me he llevado mal con mi pelo. Bueno, de hecho siempre que he podido, lo he disimulado. El rizo, digo.

Y es que han sido muchos años, mmmm para ser exactos unos 43 años, 5 meses y seis días, escuchando perlas del tipo…

¡Vaya! ¿Has puesto los dedos en un enchufe hoy?

¡Qué pelos! Pareces una loca. Pareces una leona.

Bibi, ¿hoy no te has peinado?.

Durillo durillo. ¿Y qué hace entonces mi cerebro? Procesar la información y actuar en base a ella. Of course.

Evento. Alisarme el pelo. Formación. Alisarme el pelo. Sesión de fotos. Alisarme el pelo. Día especial. Alisarme el pelo. Salir a la calle. Alisarme el pelo.

Así creía que se veía más elegante. Más arreglado. Más fino. Más… Bueno, no pienso seguir porque empiezo a notar una tensión negativa en mi cuerpo y es lunes por la mañana.

Y ahora estarás pensando que porqué te cuento todo esto.

Y pensarás también que menuda tontería la mía con mi pelo. 

Pues fácil. Muy fácil. Esto mismo sucede con la felicidad en el trabajo.

Mira lo que oigo cuando pregunto acerca del bienestar en la empresa.

El trabajo es sólo un trabajo.

La felicidad es lo que sucede cuando no estoy en el trabajo.

Yo vengo a trabajar, no a ser feliz.

Y es exactamente lo mismo. Ideas que uno se ha hecho -o a comprado- y que no aportan nada. 

Vuélvelo a leer. Ideas que uno se ha hecho -o a comprado- y que no aportan nada.

Ah si. Hacen que el cerebro actúe en base a ellas. Jodiéndolo todo. 

Hasta que un día decides que no es así. Y hoy también puede ser este día.

Quizás necesitas leer ¡Vaya feliz que te veo! Y empezar a ver tu lugar de trabajo donde crecer, donde crear y donde ser feliz. Y porque no, muy feliz.

Piénsalo.

Hoy ya es lunes. Y tu cuerpo lo sabe.

¡Disfrútalo!

Bibi

PD. Si quieres que también se lo digamos a tu equipo, llámame. No, lo de que tienen un pelazo (y es que de hecho no sé si hay muchos calvos). Les diremos que en el trabajo también se puede ser feliz.

PD2. Y lo mejor de todo es que les diremos cómo.

PD3. Me gusta verte por aquí. Un besazo