A ver, a ver, a ver.

Ser guapo siempre ha tenido una ventaja competitiva. Si. Y quien es guapo lo sabe. Y quien no lo es también.

Y yo siempre he pensado que los guapos son algo más antipáticos que los del montón. Mátame camión.

Pero antes de llegar a lo que te quiero contar, déjame aclarar un par de cosas.

Una. Si tu eres guapo, seguro que estás pensando que eres simpático y que no tengo razón. Tranquilo, no te lo tomes a mal, es tan sólo una generalización. ¡Y siempre existe la excepción que confirme la regla! Y me encanta que sea tu caso.

Dos. Hablo por mi experiencia. Ni me baso en estudios de Harvard, ni datos de Einstein, ni nada. Hoy no. Aunque si te diré que hay estudios que corroboran que los guapos tienen más éxito. En ventas, en puestos de trabajo, en sueldo, en negociaciones y en ligar, eso seguro.

Alguna vez te he hablado del efecto halo, y es que a una persona atractiva normalmente le atribuimos más cualidades positivas de las que pueda tener. Es un fallo de nuestro cerebro, así funcionamos. En fin.

Dicho esto.

¿Porqué creo que los del montón somos más simpáticos?

Claro está. Por una cuestión de supervivencia. Los guapos ya juegan con ventaja, sin abrir boca seducen más. Si. Y lo saben. Su cerebro más primitivo sabe que lo tiene más fácil para asegurar la continuidad de su especie.

En cambio, los que somos del montón, o somos simpáticos o nos quedamos sin comer un rosco. Fin de la película.

Mira.

Esto te lo cuento porque ayer estuve en una reunión muy interesante.

El foco lo teníamos puesto en los comercios locales. Si, los guapos. Los que dan vida a la ciudad. Los que van bien vestidos y ponen el color a las calles.

Y en algún momento de la conversación saltó encima la mesa el gran monstruo que amenaza su supervivencia. Bienvenido el no tan guapo pero simpático, Amazon. 

Y cuando salí de la reunión vi claros ambos conceptos. La imagen que me vino a la cabeza fue la siguiente.

Yo al simpático me lo miro, ¡claro! El simpático ha desplegado todos sus encantos. Está siempre disponible, me lo pone todo muy fácil, es muy cumplidor, en fin, que viene pisando fuerte. ¿Sabes de quien te hablo, verdad? 

Pero también te diré que si me atrae lo que veo, me giro hasta dos veces. Y esta vez te hablo del comercio. De los guapos. De los que me seducen a primera vista. 

Estos guapos que lo han tenido muy bien y les ha ido muy bien sólo por ser los guapos. Y es que antes tampoco había Tinder.

Los tiempos han cambiado. Y con ello el gusto de los consumidores. Que son más exigentes que nunca, y ahora piden que además de guapos, sean simpáticos.

Y quizás, tal y como están las cosas, al comercio sólo le quede romper las reglas y ser la excepción. Ser guapo y simpático.

Vuélvelo a leer, es importante. Ser guapo y simpático. 

Y no es que te lo diga yo, ni estudios de Harvard, ni Einstein. Lo está pidiendo a gritos el consumidor. La ciencia más exacta. Y quizás valga la pena escucharle, digo yo, por eso de asegurar la continuidad de la especie…

Hay miércoles que son un tanto extraños. 

Sea como sea hoy, ¡disfrútalo!

Bibi

PD. Hoy no sabía que posdata poner. Así que te dejo el enlace del workshop de comunicación y persuasión por si le quieres echar un vistazo. Cualquier cosa, llámame.