uDesde que decidí dedicarme al desarrollo del talento humano supe que mi lugar estaba en la empresa.

Ya me vas conociendo y sabes que soy de las que quiero trabajadores fuck*** fans de su empresa, y empresas que ganan dinero porque saben cuidar a sus trabajadores. Y esto les hace crecer.

Una fórmula que parece relativamente fácil. Pero como siempre lo complicamos. Y qué bien se nos da.

Hablo del ganar-ganar de toda la vida. Si. 

Y a diferencia de mis colegas profesionales que se dedican al bienestar del cliente particular, yo no siempre cuento en mis formaciones con los que quieren cambiar.

¿Sabes lo que significa verdad?

Fíjate…

Empiezo una formación. Bienestar en la Empresa. En pocas palabras: vemos cómo estar mejor a pesar de las circunstancias.

Empezamos. Ronda de presentaciones. 

Cuando le toca a Laura -responsable de administración- me dice con una sonrisa el puesto que ocupa y responde a mi pregunta sobre qué habilidad personal destacaría.

La respuesta, no la recuerdo.

Estoy más presente en su mirada. Y sé que literalmente y en este preciso momento me está odiando. 

(Paréntesis. Déjame decirte que si tengo una muy desarrollada habilidad es que sé leer a las personas. Ya sabes, las calo muy rápido.

Déjame 5 minutos con las fieras de tu equipo y te diré de cada una su comportamiento habitual en el puesto de trabajo. Rara vez me equivoco.)

Le pregunto a Laura si me quiere decir algo.

No, gracias.

Le pregunto si le preocupa algo o si está enfadada. A pesar de su sonrisa.

Pues si. Me encabrona que mi jefe encima quiera que sea feliz.

Se crea el mejor de los silencios.

En el grupo, caras de sorpresa y de complicidad, incómodas pocas.

En mis adentros. Bibi, bienvenida a la jaula de los leones.

Y esto, como te decía al principio, no es una excepción. Los participantes no siempre ven de su agrado una formación. Al menos al principio. 

Y es que Laura, como las tantas otras Lauras que hay en las empresas. No necesita tan sólo una formación. 

Lo que necesita Laura es sentirse bien en su día a día, sentirse cuidada. Encontrar un sentido a su trabajo. Tener buenas relaciones con su jefe y sus compañeros. Seguir aprendiendo y tener nuevos retos.

¡Claro que Laura quiere ser feliz!. Como todos. Pero Laura está dolida. 

Y es aquí donde entra en juego el humanismo radical por parte de la empresa. Empecemos a diseñar estrategias que acompañen al trabajador. Siempre. Para que éste se sienta atendido y dé lo mejor de él.

Sólo así te harán crecer como empresa. Y no estamos ni para perder talento ni dinero.

Laura no es la única. Hay muchas Lauras enfadadas. Y hay muchas empresas perdiendo talento y dinero. 

Deja de enfocarte en el cliente externo y en ganar dinero. Y enfócate en tus trabajadores, ellos ya se ocuparán del resto. Sure.

¿Lo hacemos fácil? Cambiemos las reglas del juego. 

Disfruta del día.

Bibi