Atento a esta trágica historia. Fue a finales de los años cuarenta.

Un equipo de bomberos alertados por un fuego forestal se disponía a saltar de un avión en medio de la montaña.

Una vez allí el jefe del equipo se percató que se trataba de un incendio virulento. El fuego les perseguía velozmente y debían intentar escapar.

Dio unas instrucciones claras. Todo el equipo debía correr hacia la cima.

Al poco se dio cuenta que no llegarían a la cima. O por lo menos muchos de ellos no podrían correr más rápido que las llamas.

Desesperado tomó otra decisión. Llevar a cabo una estrategia nunca utilizada antes en la historia de la lucha contra los incendios forestales.

Encendió una cerilla y la lanzó al pasto en una zona sin árboles. Dicha zona ardió rápidamente.

Una vez quemada se acostó en ella. Y pidió a todos los miembros del equipo que se acostasen también. No contó con su aprobación.

Algunos decidieron hacer caso omiso y seguir corriendo. La mayoría.

Y murieron. Excepto dos de los bomberos.

El jefe se levantó después de que el fuego le pasara por encima. Estaba sano y salvo. Al quemar esa área de pasto, había eliminado todo el combustible que el fuego necesitaba y, gracias a ello, logró sobrevivir. 

Sólo él. Y dos más. 

¿Y sabes qué utilizó para tomar la decisión?

La intuición.

Su instinto.

Esa capacidad de reconocer patrones según experiencias pasadas. Ver una situación, relacionarla, y ser capaz de idear una estrategia, o recordar una anterior que funcionara en el pasado.

Y eso fue lo que hizo. Relacionó aquella situación con una variedad de experiencias que había vivido. E inventó algo en el acto. 

Pero también existe un peligro con esto. Y al igual a ti también te haya pasado.

En este caso el jefe no conocía muy bien a su equipo. No contaba con toda su confianza. Y no tuvo mucho tiempo para expresar el fundamento lógico de su decisión.

Esos datos que comentábamos en el mail de ayer que necesita el cerebro para comprar una idea. Si no no leíste, no pasa nada.

Y lo que le pasó al jefe de bomberos es uno de los riesgos cuando tomamos decisiones intuitivas.

Y a nivel estratégico muchas lo son.

El equipo puede no comprender el proceso. La decisión. No es hacer un análisis formal y que los demás sigan los pasos. No.

La intuición es un presentimiento y los demás pueden no comprenderlo. Fíjate en la historia. Su equipo no comprendió cómo el jefe llegó a esa conclusión y tomó esa decisión. Por lo tanto, no la aceptaron y no siguieron su liderazgo.

Aunque era una estrategia brillante. Una opción excelente. Que les hubiera salvado de la muerte.

Y esto te puede pasar a ti. No que tengas que correr ante un fuego virulento. No. Pero si que tu equipo no te siga en tus ideas brillantes. 

Así que ya sabes. Para un curso de Liderazgo. Llámame.

Hay miércoles muy raros. Quizás hoy sea uno de estos.

Aun así, disfrútalo.

Bibi

PD. Hoy no hay posdata.