Efecto Diderot. Efecto Diderot. Puede que tu cerebro esté buscando en los archivos dicho nombre y no te aparezca en la búsqueda.

Quizás porque no lo tengas catalogado. Pero ahora mismo sabrás de lo que te hablo. Y es más. También conocerás cómo utilizarlo a tu favor para ganar calidad de vida.

Vayamos por partes.

Dime si te ha pasado alguna vez lo siguiente.

Te compras un vestido. Y este solo acto te lleva a realizar automáticamente unas compras adicionales. Qué se yo. Igual unos zapatos a conjunto o unos pendientes con los que quede bien. 

Puede que te suceda lo mismo con una corbata después de haberte dejado una pasta con un traje nuevo. Es una necesidad de comprar la corbata que esté al mismo nivel.

También puede que te suceda con la decoración de tu despacho. Te cambias la mesa. Y acto seguido te lleva a organizarlo todo. Y a hacerte con nuevos archivadores. Una lámpara más potente, quizás de diseño. E incluso puede que estés pensando que ese ordenador que tienes tenga los días contados.

Pues bien. Este es el efecto Diderot.

Recuérdalo. Efecto Diderot.

Danes Diderot fue un filósofo francés que vivió toda una vida en la pobreza. Hasta que un acontecimiento cambió su destino.

Su hija iba a casarse pero él no tenía dinero. A pesar de ello era reconocido por ser fundador y escritor de la Encyclopédie.

En aquel entonces, Catalina la Grande, emperatriz de Rusia, se enteró de su situación financiera y decidió comprar su biblioteca personal. Es más, no hacía falta que se la entregara, él sería su bibliotecario personal y le pagaría por ello una asignación mensual.

Así cambiaría la situación de Danes Diderot. Quien además de tener dinero para pagar la boda de su hija también se compraría una bata de terciopelo escarlata para él.

La bata era tan excepcional que se dio cuenta que estaba fuera de lugar. No había ni unidad ni belleza de la bata con el resto de sus pertinencias.

Así que sintió la necesidad de reemplazar sus humildes bienes por caras esculturas, nuevos muebles, espejos, sillones de piel, etecé.

Una adquisición seguía a la otra generando así un espiral de consumo. El llamado el efecto Diderot.

Así que ahora cuando te suceda ya le puedes poner nombre.

Pero además te he dicho que te diría algo para mejorar tu calidad de vida. Atento.

Y es que muchos de tus comportamientos siguen este ciclo. Y muchas veces una señal te lleva a la siguiente acción.

Qué se yo. Estás revisando el mail. Uno de ellos te lleva a realizar un pedido de material. Acto seguido entras al sistema de facturación. De allí revisas las facturas generadas este mes. Y así sucesivamente.

Ahora lo puedes hacer de una manera consciente y poniéndolo a tu favor.

Puedes colocar nuevos hábitos que quieras adquirir en tus acciones o hábitos que ya realizas a diario.

Por ejemplo. Después del café, realizaré cinco minutos de meditación. Cada mañana, mientras espero que se enciendan todos los dispositivos realizaré un reconocimiento a alguno de mis compañeros. O cada tarde antes de irme del trabajo, dejaré un post it con las tareas pendientes uniendo a este acto la intención de desconectar del trabajo y centrarme en mi vida personal.

O lo que quieras. Encadenar hábitos te permite entrar en una espiral positiva de los mismos. De esos que te suman. De esos que te permiten crecer. De esos que te hacen estar en la mejora continua. Personal y vital. 

Hoy ya es martes.

¡Disfrútalo!

Bibi

PD. Llámame si quieres que veamos con tu equipo cómo funciona el cerebro, el poder de los hábitos para la felicidad corporativa y cómo entrenarlo.

PD2. Vivir es compartir. Puedes enviar este correo a tantas personas como creas que les pueda aportar. Gracias. Te adoro.