Es un placer verte de nuevo por aquí.

Quizás sea tu primer artículo. Quizás ya llevas unos cuantos. Pero me encanta verte por aquí. Ya sabes que este nuestro espacio donde reflexionamos y donde yo escribo sin filtros.

Son ya más de diez años trabajando con trabajadores y con empresas. Mi mundo. Un mundo que quiero cambiar. Quiero transformar. Y en donde no me ando con rodeos.

Y si tu estás aquí, es porque te preocupa tu crecimiento y el de tu empresa. Nada más que añadir. Es a ti a quien quiero. De hecho, te adoro.

Hoy te voy a hacer dos regalos. Ni tres, ni uno. Sólo dos regalos.

El primero es la experiencia del día. Así tendrás algo sobre qué reflexionar cuando esperes a los impuntuales de tu siguiente reunión.

Puede que pienses que estoy escribiendo sobre ti y tu empresa por la colaboración que alguna vez hayamos podido tener.

Pero no, no seas tan egocéntrico, todos me decís lo mismo, que vuestra empresa es diferente. Y nada más lejos, siento decirte que eres una más. A la que adoro también, si, pero cómo a una más.

Él es Luis, el director comercial de una empresa como la tuya. Y luego está Jaime, el director de producción.

Me encantaría haber puesto el nombre de una mujer, pero no. Sigue siendo una realidad que hay menos mujeres en puestos directivos, y todavía no lo entiendo, en fin. Dejaremos la conversación sobre testosterona para otro día.

Luis y Jaime se llevan a rabiar. Discusiones y broncas a diario. También uno de los dos es el favorito del jefe. Sabes cuál de los dos es, y no te equivocas. Lee los puestos de nuevo. Ya lo sabes ¿verdad?

Ellos siguen defendiendo sus intereses, por eso de asegurarse su puesto, darle de comer a su ego y tener el puesto de honor en el discurso a final de año.

Compiten a diario para ver quién la tiene más grande. (No te voy a pedir perdón porque cuando hablamos de tú a tú, tampoco utilizamos filtros).

A veces me pierdo si los has contratado para generar confianza y hacer un equipazo en tu empresa (no en su departamento) o generar confusión y rivalidad en la organización. Porque ambos son buenos en todo. Y  serían excepcionales si se dieran la mano.

Igual esto último, todavía sigue siendo cosa de mujeres. Igual antes si, ahora ya no.

Pero hay que reconocer que se les da muy bien eso de culparse y apuñalarse, delante del equipo, delante del cliente, del proveedor, y también de gerencia. Si es que encima llevan la rivalidad con orgullo y aceptada socialmente en la organización. 

Supongo que al menos tener una tarea conjunta (la de culparse) les reconforta. Culpar a otro nunca tuvo tanta gracia como hacerlo entre ellos.

¿Te suena esta historia?

Si eres trabajador, coge a tu Luis y a tu Jaime y cuéntales algo sobre liderazgo, el requisito principal: ir todos hacia la misma dirección. Te vas a marcar un puntazo o van a pasar de ti. Pero que no sea por eso de no tomar la iniciativa y seguir apostando por el crecimiento de la empresa.

Y si tu estás en la gerencia ayúdales a que se cojan la mano. Y si tu eres Luis o Jaime, ya sabes lo que tienes que hacer, no me voy a alargar más. Sólo si necesitas algo de apoyo, dímelo. 

Porque respóndeme algo, además en la empresa se pide que se trabaje en equipo, ¿verdad?. Si quieres llámame y me pongo contigo a buscar la coherencia. En serio.

Te he dicho que tenía dos regalos. El segundo es el enlace directo para darse de alta a mi newsletter. Pásale el enlace a Luis y a Jaime, prometo no nombrarles en el siguiente mail. Además, van a recibir una guía con 7 hábitos para ser Feliz en la Empresa. Por hoy suficiente.

Se lo puedes pasar también a tus colegas profesionales. Sólo con una condición. Qué pongas la mano en el fuego por ellos y sepas también apuestan por el crecimiento de las personas, de las empresas. Si no es así, en serio, te lo puedes ahorrar. 

Y ahora sin más. Te deseo un feliz día. Ánimo.

Bibi

El trabajo en equipo es la capacidad de trabajar juntos hacia una visión común. La habilidad de dirigir logros individuales hacia objetivos organizacionales. Es el combustible que permite a la gente común lograr resultados poco comunes. Andrew Carnegie