Vale, mucho hablamos de la empatía, que si empatía aquí, que si empatía allí, yo creo que podríamos hablar ya de la vida de Doña Empatía en la organización. 

Que si empatía de trabajador a jefe, de jefe a trabajador, entre compañeros, en fin, que metemos a Doña Empatía con calzador y en todo momento.

¿Y sabes qué pasa con la empatía? Que no es posible tenerla si no tienes ni idea de la historia que hay detrás.



Siento ser tan clara.

Mira. Lee detenidamente que me pasó.
 

 

Estoy en un semáforo, la tercera de la fila, yo voy con mi coche y miro por el retrovisor.

Veo que se acerca un tipo en moto. Y yo estoy en medio, como se dice en mi tierra, com el dijous.

Doy marcha atrás, porque no tengo la posibilidad de maniobrar hacia delante y me ubico a un lateral.

Para darle paso. Sin más. 

El tipo se para a mi lado y me da las gracias. Ojalá todos los conductores fueran como tú.

Faltaría. Nos reímos, nos damos los buenos días y se va.


Hoy puedo contarte esta historia. Hoy si. Y con final feliz.

Y esto les pasa a otros conductores.

Mientras otros motoristas se dan de bruces por esa falta de respeto de los demás.

Unos demás, que ni se han dado cuenta que les están molestando. 


Si te hubiera contado esto hace cinco años que no me había montado en mi vida en una moto. La historia hubiera tenido un desenlace diferente. Seguro.

Y no porque no me interesara la vida del motorista.

Es que seguramente ni me hubiera percatado de ella. Ni de la moto. Ni del motorista. Ni de su vida. Ni de sus problemas.

Y no se trata de maldad. Simplemente se trata de desconocimiento.


Y nos empeñamos en que los demás nos comprendan. Ellos, que no viven nuestra misma realidad.

Y así nos va. 

CEO, incomprendido.

Jefes, incomprendidos.

Trabajadores, incomprendidos.

Si, incomprendidos, enfadados, separados, aislados, gritándose, queriendo hacer equipo y ni tan siquiera contando con herramientas para una sencilla y profunda conexión.

Y no se trata de maldad. Simplemente se trata de desconocimiento.


Nadie puede ponerse en los zapatos del otro, sin haberse quitado primero lo suyos.

Y todo esto lo vemos en el curso Aprendiendo a quitarnos los zapatos. O bueno quizás no tenga este nombre, y lo incluyo en el de Comunicación, Gestión Emocional en la Empresa o Liderazgo que siempre tira más, pero ahora ya sabes algo que del cierto vemos.


Bibi