A ver. Haz memoria. Quiero que reflexiones ahora sobre qué has estado pensando hoy cuando venías al trabajo.

Vale. Puede que tú seas de los que te lees el mail tomándote el café en casa. Ok. Piensa pues qué ha pasado por tu cabeza desde entonces.

No sigas. Piénsalo.

Si no has sacado los ojos de la pantalla mirando levemente hacia arriba es que no lo has pensado.

¿Ya?

Ok.

Ahora quiero que de estos cientos de pensamientos que ya has tenido hoy. Escojas aquél que has estado hablando con alguien.

Si. Y lo sabes.

Tienes conversaciones contigo mismo interpretando los dos papeles. El de tu jefe y el tuyo. El de tu trabajador y el tuyo. El de tu hijo y el tuyo. O a saber con quien hablas.

Y alguna de estas conversaciones que ya has tenido hoy puede que sea difícil o bien sea una situación tensa. Y que no te apetezca. ¿Me equivoco? 

Bien. Sigamos.

No se si conoces el Aikido. Un arte marcial japonés. Su técnica también se utiliza en comunicación.

Puedes imaginarte a tu contrincante en el dojo. Vístelo también si quieres con kimono, cinturón y sable. Y aunque imaginártelo así te parezca gracioso, no te me pierdas mucho en detalles ya que es importante lo que te voy a decir.

Cuando practicas el Aikido lo que haces es un ataque sin producir daños, donde te proteges y también proteges al atacante. 

Repito.

Cuando practicas el Aikido lo que haces es un ataque sin producir daños, donde te proteges y también proteges al atacante.

Es decir, buscamos la neutralización del otro sin hacerle daño. Y como toda técnica oriental buscamos con ello la evolución personal. Siempre. Ya sabes que esto no puede faltar.

¿Cómo? En lugar de menospreciar al contrincante, busca el conectar, el descubrir y aprender de él.

Buah. Y a mi me parece genial su aplicación en la comunicación.

Imagínate que en lugar de reaccionar al conflicto tu estado es de paz. Recuerda aplicarlo en tu conversación. 

Para ello puedes sonreír por dentro y ganar confianza antes de empezar.

Imagínate que puedes conectar con la intención de vuestra relación y la resolución de la situación, antes de agrandarla. Recuerda aplicarlo en tu conversación.

Alinéate con la voluntad de conectarte con el otro en lugar de querer guerra.

Imagínate empleando la fuerza del ataque para dar un giro y mirar el problema desde el mismo lugar que tu contrincante. Convirtiendo a tu adversario en aliado. Recuerda aplicarlo en tu conversación.

Desestabiliza al otro aprendiendo acerca de su punto de vista y viendo el conflicto de forma objetiva.

Imagínate poder llevar el conflicto en un lugar donde deja de ser un conflicto para pasar a ser una oportunidad de evolución.

Sigue con la conversación estando ambos en un estado de calma y y desde aquí crea otra realidad donde ambas partes ganéis.

Más que buscar soluciones, el Aikido, nos permite buscar la calma para para poder seguir manteniendo la conversación. 

Y es que el conflicto muchas veces, por no decir casi todas, es un reflejo de un estado de sufrimiento de una de las partes y la agresión a veces es la única forma de pedir ayuda. 

Esto último que te acabo de decir es muy importante. Puedes releerlo.

Y ahora ya te dejo, puedes seguir con tus pensamientos a lo loco, o mejorar tus relaciones aplicando el Aikido.

Eso sí, recuerda, relaciones y negocios van de la mano.

¿Y cómo hacerlo?

Con ponerte mentalmente en el dojo, respirando, alineándote con la intención, viendo el conflicto desde la perspectiva del otro y desde aquí conectando, descubriendo y aprendiendo. De momento es suficiente. Avanti.

Y ahora te estarás preguntando, pero Bibi, y ¿esto que tiene que ver con el modelo de Negociación de Harvard que ponías en el asunto? Pues mira, que ambas técnicas las vemos en los cursos de comunicación y equipo. Si quieres saber algo más. Llámame y te cuento.

Hoy es miércoles. 

Disfrútalo. 

Bibi

PD. Dos no discuten si uno no quiere. Dale.