Madrid. Un hotel. Cena en la azotea. Estoy sola. Me gusta cenar pronto. Muy pronto.

El restaurante preparado para servir a los comensales que estarán al llegar. Mesas puestas. Decoración muy agradable. Unos cuantos camareros esperando a los huéspedes.

De momento sigo sola. Acuérdate de este detalle porque es importante.

Se acerca una camarera. Y me deja la carta. Hay varios platos que me llaman la atención. Cocina cool.

Hay una cosa en este mundo que no como. El queso. Así que la llamo y le pregunto acerca de unos platos y en cada uno de ellos me aseguro si lleva queso o no. O si en caso que me flipe el plato, lo pueden apartar.

Tomo una decisión. Me cuesta pero me decanto por una de estas burgers molonas. De las que ahora están de moda. Me apetece. Le digo sobretodo que no le pongan queso. 

Ok. Acuérdate de lo que te he dicho antes. Estoy sola. Única clienta. De momento, demasiado ajetreo no hay. Por no decir ninguno.

La camarera lo apunta todo y se va. A los tres minutos, la misma camarera, me trae la bebida. Junto a ella un plato de aperitivo, cortesía de la casa. 

Sigo sola. Si.

¿Y sabes qué hay en el plato de aperitivo?

Imagínatelo.

Queso.

Hay queso.

En serio. ¡Me ha puesto queso!.

Vaya por dios. Me la miro. Miro el plato. Me la vuelvo a mirar. No sé qué decirle ni qué cara poner. Estoy cansada. 

Y además de cansada siento que el detalle de traerme otra cosa que no hubiera sido queso hubiera marcado la diferencia. 

Tan sólo tenía que cuidar un detalle. El jodido detalle. Quizás lo más importante. Quizás con lo que hubiera marcado la diferencia. Y me hubiera enamorado.

Y esto que tú y yo vemos tan claramente para muchos no lo es tanto. Acuérdate. Me puso queso.

Si no quieres que te pase ni a ti ni a tu equipo. Por eso de enamorar, vender más y mejorar los resultados. Llámame. Tengo algo que te va a gustar.

Ya casi es viernes.

¡Disfrútalo!

Bibi

PD. Cuando vivía a México, la gente de allí adoraba a Carlos Slim, un magnate. Leía sus entrevistas y sobre él. Ahora es el octavo hombre más rico del planeta. Y recuerdo que siempre decía tres cosas que le habían llevado a diferenciarse en los negocios. Una. El detalle. Dos. El detalle. Tres. El detalle.

PD2. Amén.