Imagínate. 

Estás trabajando en una empresa que produce horquillas para cajas de cambio en la industria automovilística. Vale, quizás no se parezca en nada a tu empresa. Pero imagínatelo.

Llegas un lunes como hoy a la empresa y te dicen que este fin de semana no ha sido como otro cualquiera. Las cosas han ido diferente. Y te lo cuentan tus colegas con cara de satisfacción ante un reto cumplido.

Resulta que el viernes antes de irse de fin de semana y pasarlo con los suyos, o descansando, o yendo a disfrutar de sus hobbies, o saliendo de copas y beberse hasta el agua de los floreros o irse a un retiro de meditación. Antes de todo esto reciben una llamada de un cliente fabricante de automóviles importante.

La petición es clara, en lugar de enviar un camión como es habitual el domingo por la noche cargado de material hacia la fábrica del cliente. Les piden de manera excepcional que sean dos de ellos. No uno, dos. A lo loco.

Y hay que tomar una decisión. El equipo sabe lo que es mejor para la empresa, y por consecuente también para ellos. Así que deciden enviar los dos. Si.

¿Y cual es el precio de la decisión de enviar dos? 

Pues entre otras cosas comporta doblar turnos el fin de semana, realizar horas extras, la colaboración de otros departamentos, y cambiar planes personales y profesionales de un momento para el otro, entre otros.

Y te estarás preguntando, vale Bibi, y todo esto que tiene de excepcional? Porque aunque no trabajes en una empresa que produce horquillas para cajas de cambio en la industria automovilística, puede que en tu empresa también se tomen estas decisiones.

Pues te lo cuento.

El equipo en si fue quien tomó la decisión. No un jefe. No un mando intermedio. No el CEO de la empresa. Es más, este último estaba de viaje y se enteró al igual que tu, un lunes como hoy cuando llegó a la oficina.

Los colegas del departamento implicado se reunieron. A la reunión se sumaron voluntarios de otros departamentos. Y ni siquiera se les pasó por la cabeza informar o pedir autorización al CEO. No. ¡Resulta que hay organizaciones donde existe la confianza!

Y es más, una vez realizado el reto con éxito, el equipo cansado se sentía orgulloso de haber formado parte de esta aventura colectiva. En lugar de estar de morros por verse forzados a hacer horas extras y dejar todos sus planes de lado. 

Y es más otra vez, nadie solicitó el pago de las horas extras y fue el mismo equipo quien se organizó para recuperar el tiempo durante las siguientes semanas.

Y sabes que hago yo, ¿verdad?

Si lo sabes, si.

Me quito el sombrero.

Y es que así funcionan algunas empresas de éxito que cuentan con equipos autogestionados.

Así funcionan algunas empresas que en management denominamos empresas Teal. Otro día ya te contaré más sobre ello. Si no quieres esperar, llámame.

Y por cierto…

La empresa en cuestión es digna de estudio. FIVA. Con sede en Francia.

El cliente al que le mandaron el camión. FIAT el fabricante italiano también de Alfa Romeo, Ferrari y Chrysler.

El CEO de la empresa que transformó radicalmente la organización. Jean François Zobrist. Un (r)evolucionario.

Me flipan las empresas con conciencia.

Me flipan las empresas que crean entornos que conducen al crecimiento hacia estadios superiores.

Y también me flipas tú. 

Madre mía que rápido se pasa el fin de semana.

Hoy ya es lunes. 

¡Disfrútalo!

Bibi

PD. Cambiar las organizaciones está de nuestras manos. Cambiar la cultura. Cambiar los sistemas. Y creer que la (r)evolución es posible. Si no sabes como hacerlo en tu organización. Llámame.

PD2. ¡Te dejo aquí el enlace por si quieres invitar a alguien a la (R)EVOLUCIÓN!