Para un momento.

Ya, ya sé que acabas de empezar a leer y quieres seguir leyendo pero necesito que pares un momento y le eches un vistazo a las letras del teclado de tu ordenador.

En serio, para un momento y míralas. Mira su disposición. Y qué curioso es el orden de las letras.

Se trata del teclado Qwerty. Originalidad a tope. Lleva el nombre de las seis primeras letras de la primera fila.

Ahora sí que le has echado un vistazo. Perfecto.

Otra curiosidad. Su orden fue diseñado de esta manera tan extraña por algunos motivos. 

Fíjate.

Un objetivo de su diseño era distribuir las letras para que la mayoría de palabras pudiesen escribirse utilizando las dos manos.

Otro y este es importante para lo que te quiero contar hoy es que esta disposición ayudaba a evitar que se atascaran las máquinas de la primera generación.

De esta manera no se escribía tan rápido y se impedía el bloqueo mecánico de las teclas.

Y uno más marketiniano y curioso es que las letras de la palabra typewriter (máquina de escribir en inglés) estaban todas ellas en la primera fila para facilitar a los comerciales de la época escribir la palabra de una forma cómoda y rápida.

Sí, sí. Si estás en el teclado también puedes probarlo. Dale.

Vale. Esto lo patentó Christopher en 1868. Ah, que también quieres saber su apellido, Christopher Sholes.

Y ahora te estarás preguntando porqué hoy te hablo de Christopher y su teclado Qwerty.

Pues porque es muy curioso que todos los teclados sigan con esta disposición de letras ahora que ya no escribimos a máquina.

De hecho, se han comprobado diseños mucho más eficientes. Diseños que ahora nos facilitarían la vida.

Pero nos la facilitaría en unos días. Hoy no.

Hoy nos tendríamos que poner a aprender un nuevo método desde cero. Y esto siempre es un coñazo. 

Recuerda que tu cerebro siempre, siempre, siempre busca acercarse al placer y huir del dolor. Y está centrado en el ahora. En el ahora mismo. 

Y por ello prefiere quedarse con lo que nos viene por defecto.

Incluso cuando los beneficios superan con creces su coste.

Tu cerebro es más de a lo hecho, pecho.

Es más de preferir evitar posibles pérdidas, incluso ante la oportunidad de mejora.

Es más de ignorar el beneficio, incluso ante la evidencia que el cambio será beneficioso.

Es más de anclarse en una posición y desde aquí defender la resistencia al cambio.

Es más de lo que le es familiar y cómodo. Aunque haya otras opciones mejores. 

Si te dijera que te cambio el teclado y te doy otro totalmente diferente, más fácil, rápido e intuitivo es posible que te pusieras a defender a Christopher y a su Qwerty. Y eso que no le conoces.

En fin. Ahí te dejo con una reflexión.

Dale una vuelta al tema y observa que cambios en tu vida o en tu trabajo estás evitando aun sabiendo que a la larga te serían más beneficioso.

No digo que cambies nada, no. Pero al menos que seas consciente de ello. Y luego, si eso, ya tomas decisiones.

Hoy ya es lunes. Seguro que estás súper contento.

¡Disfrútalo!

Bibi

PD. Hoy tengo una formación de estas molonas. Autoconocimiento y liderazgo para profesores. Que se esté haciendo (r)evolución en las aulas siempre es una buena noticia. ¡Seguimos!

PD2. Si quieres entrenar a tu equipo para la gestión del cambio. Llámame. Veremos que ángulos psicológicos influyen y cómo lidiar con ellos. Y es que la información siempre es poder. Siempre.