Calla calla. Que hoy ya es uno de junio.

Uno de junio. Ya sabes, se acerca el verano. Las vacaciones. Los viajes. 

Gente que va de aquí a allí. Gente que viene de allí a aquí. 

Gente que no ha visto lo de aquí, pero lo de allí le parece más exótico. Gente que viene de allí, por que lo de aquí le resulta más que fascinante.

La palabra verano la asociamos rápidamente a los paseos en la playa, a días largos que parecen favorecer la felicidad, a los días de relax, al mojito con música chill out de fondo, a una actitud más tranquila y despreocupada y puede que a algún viaje.

Yo al verano lo asocio al olor de las ocho de la tarde de un hotel. Cuando todo el mundo ya se ha duchado después del día de sol y se arregla para ir a cenar. Ese olor a fresco. Ese sí que es el auténtico olor a verano.

El verano también es guiris haciendo el guiri por aquí. Y nosotros haciéndonos el guiri por allí. 

Y el verano también es aquella pareja de tu ciudad que te encuentras estando en la otra punta del mundo.

Vayas donde vayas siempre hay alguien de aquí. Y de aquí me refiero de esta ciudad o de cualquier otra. Pero de aquí.

¿Y qué pasa entonces?

Pues que cuando te encuentras con alguien de aquí te pones contento como un chaval que ha ganado un concurso de poesía en el cole.

¡Mira Edu, son de aquí!

Y estás contento. Y les regalas tu mejor de las sonrisas. Y estableces una conversación. Y te sientes en familia. Sólo porque estás en la otra punta del mundo con alguien de aquí.

Porque al vecino que es de aquí y ves cada día. Ni mu. Porque a la gente de tu barrio que conoces hasta sus hábitos. Ni mu. Porque a tus colegas de trabajo del departamento de al lado. Ni mu.

Pero si estás allí y te encuentras alguien de aquí, te pones contento.

Y es que a los que consideras de tu tribu les tienes más empatía.

Vuélvelo a leer que es importante. A los que consideras de tu tribu les tienes más empatía.

De buenas y sin conocerlos, te caen mejor. De hecho, tu cerebro está programado para ello.

Busca constantemente la conexión de pertenencia con aquellos que considera de su tribu. De los suyos.

Y cuando estás allí, fuera de casa, lejos de tu entorno conocido. Los de aquí son de tu tribu. Aunque estén allí.

Y luego volvemos aquí y ya se desvanece esta sensación y vuelves a ser selectivo a la hora de ponerte contento. Ni que sean de aquí ni hostias. 

Y no nos sorprendemos. Y lo vemos todo normal. Ni tan siquiera sospechamos de nosotros mismos. 

Y esto de nuevo es un fallo en el sistema. Y como este, unos cuantos más. Y de ello va el curso de comunicación y persuasión. Para que también le saquemos una sonrisa al de aquí aunque no esté allí.

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Curso de Comunicación y Persuasión (la mezcla perfecta entre el arte y la ciencia)

Notición. Ya casi es viernes. 

¡Disfrútalo!

Bibi

PD. Anda, levanta la vista. Ahora, sí. Mira a quien haya a tu alrededor y regálale una sonrisa. Aunque sea el huevón. Tu a lo tuyo. Mañana regálale también. Y al otro. Y en unos días me cuentas.

PD2. El curso, arriba.