Menudo temazo el ¡para qué!

Bueno, a veces pierdo la perspectiva y no sé si soy yo que estoy demasiado metida en estos temas o que del cierto es que se ha puesto muy de moda el para qué.

Lo llaman la maldición del conocimiento. Pero sigamos, hoy no va de sesgos. Esto era ayer. 

El para qué. Conocer la visión, tener un propósito, hacer las cosas con sentido, generar significado, ¿si? Y está muy bien. La teoría digo.

Pero sinceramente, ¿es necesario? ¿tu tienes un para qué? Mira en los cajones o allí donde guardes las cosas realmente importantes y mira si tienes el para qué.

Si la respuesta es no, es porque no le ves una relación directa con la mejora de los resultados en tu empresa.

Te cuento.

Joel y Michelle Levey son un matrimonio norteamericano que llevan toda una vida dedicada a investigar, entrenar y llevar a las empresas más top, el liderazgo inspirado, la inteligencia colectiva y el mindfulness (entro otros).

Si. Cuando hablo de las empresas más top, hablo de la tuya y además Google, Microsoft, Apple, NASA… Ya sabes.

Y en uno de los retiros con ellos me cuentan lo siguiente.

Bibi, hemos empezado las prácticas meditativas en el parlamento británico antes de los plenos. Y en esta meditación nos alineamos con el para qué. Y qué increíble los resultados. Wow.

Y estarás pensando que porqué te cuento esto. No, no es porque el mindfulness esté de moda.

Ni tampoco para venderte una formación de mindfulness porque no la tengo. De sesgos, si. De mindfulness, no.

Te lo cuento para que veas la diferencia de sentir el para qué o de ignorarlo.

Fíjate.

Pleno en el parlamento. Entran todos los parlamentarios con sus movidas, sus preocupaciones, sus intereses personales, sus intereses políticos, los conflictos con la oposición, el conflicto con su pareja o las movidas personales que estén desfilando por su cerebro. Cada cual con su locura. Imagínatelo.

Mismo pleno en el parlamento incluyendo práctica meditativa. Parlamentarios alineados con el pueblo, con la ciudadania. Un mismo reto, el bien común. Sintiendo el propósito, el para qué están allí. Foco y presencia para la toma de decisiones. Viviendo la causa. El propósito. El para qué.

¿Te das cuenta que diferente pueden ir uno y otro pleno? ¿Desde dónde se tratan los temas y con qué intención? ¿Y las decisiones que tan diferentes pueden ser?

Volvamos a tu departamento.

Pruébalo antes de una reunión. No hace falta que hagas un curso de mindfulness y de hecho ya sabes que yo no tengo. De sesgos, si. De mindfulness, no.

Tan sólo haz esto.

Alinea y haz sentir a todos tus trabajadores la causa de tu organización, qué sentido tiene vuestra existencia, genérales significado, sentid la causa, la intención de la empresa, cómo estáis aportando a la sociedad, emocionaros con la voluntad de crecer y aportar, sentir que tenéis un propósito donde llegar todos juntos.

Y desde aquí, sólo desde este puesto, saldrán las mejores decisiones y por lo tanto, las mejores acciones.

Supongo que tienes definida la cultura corporativa de tu empresa, hacia donde vais, cuál es el para qué y también con qué valores guías a tu gente.

No tenerla es ir al tuntún. Un tanto peligroso. Aunque siempre hay a quien le gusta el peligro. Suerte si es tu caso.

Si tienes definida la cultura corporativa pero tan sólo sirve como decoración o para quedar bien en la página web. Estás corriendo el mismo peligro que quien no la tiene. Suerte también.
 
La cultura corporativa bien utilizada es una herramienta brutal para la motivación, el compromiso, una guía acciones para los trabajadores, la toma de decisiones hacia el bien común y sin conflictos. Si ya la estás utilizando para todo ello, enhorabuena.

La cultura corporativa bien utilizada es sin duda la clave para tu crecimiento y mejora de resultados.

Bibi

PD. Si eres de los que me pides el enlace para reenviar este post, lo tienes aquí.